El chico timido
Un chico tímido tuvo a la princesa fantaseando algún tiempo.
Cuenta la leyenda que las personas al envejecer, tienden a demostrar en su rostro la clase de vida que decidieron llevar.
Si observas una a una las personas de avanzada edad que te rodean. Puedes contemplar que sus labios están caídos, tienen triste la expresión facial.
Quizás fueron tristes durante tanto tiempo, que finalmente los músculos de su boca adoptan esa posición.
Cada cual puede ser todo lo feliz que desee ser.
En la vida tú decides si prefieres ser feliz o no serlo. En este caso la princesa desencantada siempre buscaba motivos e ilusiones que le hacían volar.
Después de cortar la relación con el lobo con piel de cordero la princesa desencantada conoció a un simpático y caballeroso chico tímido…
Carmín en los labios, vestidos marcando cada curva de su figura, sensualidad saliéndole por cada poro de su piel.
Atrevimientos, bailes, mensajes buscando las palabras perfectas para reclamar atención, sonrisas, juegos inocentes con un fin seductor.

Utilizó todas sus armas con aquel chico tímido.
A menudo los pensamientos románticos inundaban su mente.
En ningún momento tuvo sentimientos de amor, era un día a día especial junto aquel chico que jamás le llego a besar.
Fueron muchas noches de tensión, muchos días de soñar despierta, él no le producía pasión. Quizás una ternura más allá de la amistad, peligrosa para su mente pero a la vez excitante y desafiante.
Indirectas continuamente, paseos charlando, viajes planeados, su olor impregnado en el recuerdo. Lágrimas que él consolaba besando su frente o bajo el calor de sus brazos. Juegos de niños correteando por aquel lugar.

Bajo el ritmo de una canción ella llegó a imaginar;
Que la primera noche que él la vio bailar, fuera capaz de seguir su compás, agarrara con fuerza a la princesa y la comenzara a besar.
La segunda noche él dejara de desnudarla solo con la mirada, que la siguiente noche que la fue a buscar la hubiera dicho que iba a por ella porque no aguantaba más.
Que la comodidad de la compañía era una excusa para sentirla cerca, que cuando la cogió en brazos para saltar junto a ella, el mundo había dejado de existir.
A su alrededor solo quedaban ellos dos fuera del mundo y una canción.
Timidez o no, ella jamás supo si él sentía esa atracción que a ella le robaba mil y una sonrisas y los nervios que recorrían por todo su ser. Cada vez que él estaba merodeando por su imaginación y le provocaba una especie de adicción.

-Sara J Pajares-
#Locapormitutú 😉 🙂
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