Un médico suizo del siglo XVIII llamado Tissot clasificó la masturbación como una enfermedad mental que debilitaba el espíritu masculino y llevaba a la inmoralidad y el declive de la salud. Rush, un médico estadounidense del XIX, es el perpetrador del mito de que la masturbación provoca ceguera, y su compatriota el doctor Kellogg inició la moda de desayunar cereales basada en la peregrina idea de que un desayuno caliente incitaba a los jóvenes al onanismo. Sin embargo, la popularidad de NoFap ha crecido al mismo tiempo que su militancia y la virulencia de sus argumentos, y se han subido al carro tanto fundamentalistas religiosos como grupos feministas. Los fapstronautas citan estudios científicos que relacionan el porno y la masturbación con la disfunción eréctil, el comportamiento compulsivo, la anorgasmia, depresión, ansiedad o aislamiento social. Si esto fuera cierto, dejar de pulir el sable sería el biohack definitivo para hombres.
No besa. No toca. Simplemente nada y tenemos poco de casados. Me ha despreciado mucho sexualmente hablando que estoy agotada emocionalmente,El dice que no siente deseo sexual asi de simpleque yo puedo masturbarme y comprar juguetes, que no hay problema para usarlos a solas ya que no desea participar … es el unico problema de nuestro matrimonio. Solo se que A partir de hoy soy yo quién ya no quiere nada.
Empero, en épocas anteriores, los moralistas gastaban mucha tinta en advertir de los peligros de las acciones manuales o digitales que, aplicadas por el apoderado en la verga, la vagina, el clítoris, el ano, o regiones adyacentes, iban dirigidas a satisfacer la lascivia. Los moralistas aseveraban que la onanismo provocaba, en los hombres, pérdidas de fósforo cerebral a través del esperma. Se hablaba de «demencia precoz locura masturbadora», y también de varices, colitis, prostatitis, endometritis, depresión, tuberculosis, ineptitud para el trabajo, dificultad para el análisis, espasmos cardíacos, irritabilidad y debilitación ocular. Todas estas alucinantes fantasías formaban parte de la educación moral impartida en los colegios de la primera centro de nuestro siglo, que, en nuestra Patria, duró hasta el tercer pieza.
A mis luceros, que carencia escapada. Rapta mis risas. Brillantes, nuestras miradas de complicidad, esas en las que cabía un globo estoico. El globo, el. Nuestro. Vuélvete a.