San Agustín doctor de la Iglesia latina, : «Es la caridad la que distingue a los hijos de Dios de los hijos del diablo. Mario Alonso Puig médico cirujano, escritor y divulgador científico,en su libro Resetea tu mente : «El desarrollo del hemisferio izquierdo del cerebro supuso que tuviéramos que pagar un peaje muy alto y fue nuestro alejamiento de la naturaleza. Dañada por todo lo que puede curar …. Tenemos que curar a nuestro mejor medicamento gastando la menor cantidad posible de energía. Limitando el consumismo de lo superfluo. Caminando y pedaleando. Comiendo menos carne y siempre que sea posible productos de cercanía y temporada» y, en definitiva «con la medicina llamada austeridad». Para conseguirlo no domina, ni explota, ni acapara. Todo lo contrario, pacta.
Neal A. Maxwell El Élder Neal A. Muchos años después se ve reflejada, también de manera simbólica, otra elocución del ritmo de la Restauración en las tumbas de algunos miembros de la Iglesia de los años sepultados en Ohio e Indiana. Estos jurado se sintieron doblemente bendecidos y quisieron que el mundo lo supiera. Sin embargo, mi opinión personal, es que no obtendremos escrituras adicionales hasta que aprendamos a apreciar por completo las que ya tenemos. Tales libros han sido, y siguen siendo, los bienes del Señor para preservar la acta espiritual de siglos pasados. La enjuiciamiento en la Deidad y en la Resurrección, usualmente son las primeras cosas que se pierden. Irónicamente, aunque aceptamos con gratitud a la Biblia como la palabra de Dios, el enjuiciamiento mismo de como surgió ha causado, desafortunadamente, en algunas personas una innecesaria pérdida en la fe cristiana.
Ojitos Brillantes pasó como un rayo entre las mesas buscando al señor Conan Doyle entre los ingleses que en el vestíbulo del hotel representaban el papel de ingleses. Cuando acabó la partida, Paula se levantó de repente y le dijo algo a Anson, en voz baja, nerviosa. Casi sin dignarse mirar a Lowell Thayer, cruzaron la puerta y bajaron una larga escalera de peldaños de piedra, y pronto paseaban por la playa, cogidos de la mano, a la luz de la luna. Las palabras le oprimían el corazón como unas manos, y Anson, al sentirla temblar, supo que aquella emoción ya era congruo.