La literatura se centra en lo maravilloso que es tener a tu bebé en tus brazos después de dar a luz y no seré yo quien diga lo contrario aunque con matices. Nadie te habla o al menos en mi caso de la falta de sueño, de la depresión postparto, de la impotencia que como madre primeriza sientes al tener un bebé y mucho menos te hablan de sexo, sí de las relaciones sexuales, de la falta de libido y deseo cuando estamos inmersos en la tarea de cuidar a un bebé. Y, sin embargo, todos estos ejercicios son muy beneficiosos de cara a seguir disfrutando de las relaciones sexuales después del parto. El buenpadre contaba los días para que pasara la cuarentena como el niño que cuenta los días que quedan para el día de Reyes y así poder retomar nuestra vida sexual con normalidad, pobre, no sabía lo que se venía encima. Por mi parte, pensaba que la cuarentena no sería para tanto y que cuando pasaran esos míticos 40 días con sus 40 noches yo iba a resurgir cual Ave Fénix y me iba a convertir en una Mata Hari, el buenpadre aplaudiría y todos tan felices. Habían pasado ya dos meses.
Existe en nuestra sociedad algo peor que no querer ser madre. Pensar y, sobre todo, decir que ha sido un error haberlo sido. Donath recopila y analiza con agudeza 23 testimonios de mujeres que aseguran haberse contrito de haber sido madres. Las mujeres entrevistadas por Orna Donath no realizan tal afirmación, al contrario. Lo que emerge de la lectura de sus entrevistas es que de lo que se arrepienten es de no acaecer podido vivir sus vidas como efectivamente las hubieran querido vivir. Cuando se termina de leer los testimonios, una palabra acude de inmediato a la mente: libertad. La libertad de cualquier persona de vivir la vida como la quiera vivir y no de acuerdo con las convenciones ni las presiones de determinados ambientes ni de sus parejas. Porque ser madre, ya todavía cueste asumirlo, no es una obligación.